Relato de una maestra
Hace unos días Isabel, maestra de vocación y profesión, me contaba cómo había terminado hablando de Kotidiano a niños de 8 años.
Y por un momento, me imaginé sentada en su clase.
En uno de los pupitres.
Rodeada de todos ellos.
Escuchándoles...
Me decía así:
El jueves pasado se ausentó una compañera de trabajo, una madre de trillizos, sí de tres, su niño de apenas un año estaba con fiebre y tuvo que quedarse en casa.
Así que , de forma "extraordinaria", fui a cubrir su puesto a su clase de segundo de primaria, donde me esperaban niños y niñas de 7 y 8 años.
A primera hora de la mañana iniciamos una lectura colectiva para trabajar el texto y la comprensión lectora. Entre todas y todos la leímos y al finalizar pregunté si había alguna palabra que no entendieran su significado.
Nadie respondió.
Pero en el primer párrafo del texto habíamos leído la palabra "extraordinario".
Me animé a preguntarles por el significado de esa palabra y mi sorpresa fue que no sabían definirla.
Así que hablamos de aquello que no es lo común.
Lo que no suele suceder.
Y fue cuando les conté cómo cualquier situación que viven, cómo en el día a día, lo “Kotidiano”, puede convertirse en lo más extraordinario...
Creo que lo entendieron, porque me escuchaban atentos y sorprendidos, e incluso algún atrevido extrapoló Kotidiano a su vida con algún ejemplo.
Qué importante que desde pequeños les enseñemos a ver todo aquello que para muchos pasa desapercibido.
Es una manera de enseñarles a ser más felices.
Con lo que tienen.
Qué bonito que profesoras como Isabel les enseñen desde niños, que lo normal puede ser extraordinario.